miércoles, 14 de septiembre de 2016

Sodomites - 1998


Director: Gaspar Noé

Hoy día comentaremos dos cortometrajes, primero una curiosidad en toda regla hecha por Gaspar Noé para la televisión francesa. "Sodomites", si entendí bien, es uno de varios cortometrajes enmarcados en una campaña preventiva del SIDA y otras enfermedades de transmisión sexual. Y, a todas luces, no es la típica campaña promocional; de hecho, ¡¿en qué estaban pensando?! Acá habría causado un escándalo de proporciones bíblicas, pero no crean que me estoy quejando, al contrario, "Sodomites" es algo que definitivamente me hubiese gustado ver en la tele. De antemano, un gran aplauso y un buen apretón de manos para el señor Noé.



Son siete minutos, no hay por dónde perderse: tenemos una especie de galpón maloliente, lleno de personas sudorosas y ataviadas en cuero y masturbándose en un rincón, como si de un escenario post-apocalíptico se tratase, con este grupo de supervivientes dominados por pulsiones y conductas atávicas celebrando alguna clase de sórdida y salvaje ceremonia tribal. Una mujer en el centro, ofreciendo el culo, espera la llegada de un musculoso tipo con máscara de lobo que apenas se puede contener. El lobo saca su miembro erecto y listo para la acción, se apresta para adentrarse en el sendero oscuro, pero... pero lo obligan a ponerse un condón y... y luego le dan un lubricante para la chica y... y luego de tales medidas de seguridad, todo está pero que requetecontralisto para una intensa y cuasi pornográfica sesión de sexo anal. La guinda de la torta viene cuando otra chica debe comprobar que el condón, efectivamente, ha funcionado.
"Sodomites" me ha parecido un cortometraje la mar de curioso y divertido, especialmente por ese contraste entre lo salvaje de básicamente todo y el cuidado al momento del sexo. Difícil imaginar que en ese contexto tengan sexo más seguro que dos tiernos pero desinformados adolescentes en la casa-libre-de-padres de la novia...
Puede que no lo parezca, pero "Sodomites" es un brillante y mordaz ejercicio de Gaspar Noé en donde se conjuga, sin apelaciones, un discurso clarísimo y conciso mientras el franco-argentino despliega, sin límite ni contención alguna, su tremebunda visión cinematográfica (¡qué montaje, por dios santo!). Sí señor, Noé de nuevo haciendo de las suyas, de nuevo interpelando directamente al espectador para que se cuestione los cimientos de sus ambiguos principios valóricos, de nuevo golpeando la mesa y penetrando las indefensas retinas nuestras... Podrán decir lo que quieran de este director, podrán decir que Noé atenta contra la buena moral y la dignidad humana, pero no pueden decir que no cumplió, que no mostró los peligros del sexo sin protección... Y ustedes, ¿mostrarían esta pieza educativa a sus hijos?

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